Capítulo 4
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Pedro Pablo era licenciado en filosofía e ingeniero electricista de profesión y con su porte era la autoridad del grupo. De cara redonda y bigote bien cuidado era de hablar pausado y gozaba de mucha simpatía. Vivía de la renta de unos negocios que poseía y que había dejado en manos de su hermano para que los administrara.
De joven se había desempeñado en varios cargos en una empresa hasta llegar a ser el coordinador para una zona determinada del país. Se había caracterizado por su profesionalismo y por su dedicación. Había sido muy precavido en lo económico y había hecho algunas inversiones de las que vivía holgadamente. En sus tiempos de muchacho había leído de todo cuanto podía aún si no entendiera a plenitud todo lo que pasaba por sus manos. Esas lecturas le habían dado un potencial enorme como persona y le habían aportado un carácter de no creer sino por sus propios criterios a los que se aferraba, a veces, de manera obstinada. Sus conversaciones eran con conocimiento. Por eso representaba la autoridad y el respeto en todos los sitios. No hablaba por hablar si no tenía elementos convincentes para demostrar lo que decía, sobre todo en temas de importancia. En las conversaciones diarias y rutinarias procuraba hablar lo necesario.
Pedro Pablo frecuentaba casi todos los días el grupo que se reunía debajo de la matica en el cementerio de la ciudad. Antes del mediodía regresaba a su casa. Sólo tomaba un vasito en la primera distribución y no aceptaba otra ronda. Se había generado entre el boxeador y Pedro Pablo una empatía muy natural. Casi siempre se les veía conversando aparte de cosas solo de ellos. Los demás del grupo a veces veían esa relación con cierta malicia y entre cosas por decir y dichas les lanzaban alguna que otra referencia de que no eran normales, sobre todo, cuando algunos ya estaban más que colorados por los varios vasitos de alcohol acumulados en un mismo día. El día en que el boxeador no asistía a la matica, Pedro Pablo, se quedaba hasta el mediodía como siempre conversando de generalidades con uno y otro del grupo e igual con no más de un vasito, y en la primera ronda.
Las conversaciones entre los dos, Pedro Pablo y el boxeador, eran a veces de alto nivel. Cada un exponía lo que consideraba, aunque eran más las ideas de Pedro Pablo.
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