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Capítulo 1

 1 Se acercaba ya la temporada del calor y los días comenzaban a sentirse realmente subidos en temperatura. Escasamente se habían dejado los días del mes de diciembre y a pesar de que habían estado bastante frescos, sobre todo por las tardes y en las noches, los días inmediatos, apenas se había comenzado el nuevo año, estaban bastantes calurosos. La gente de la ciudad se preparaba para los días de carnaval. Por lo menos a nivel del calor provocaba ya ir a la playa o al río. Los días festivos del mes de diciembre pertenecían al archivo de la historia y en un pasar fugaz muy pocos se habían quedado para llenarse de nostalgia. El tiempo pasaba como más de prisa. No había tiempo para los días vividos sino por vivir. Todo era rápido y la rapidez de las actividades hacía pensar inmediatamente en el carnaval. Ya estaba a las puertas y todo el trajinar envolvía el ambiente en esa rapidez para ir contra el tiempo en una actividad continua y sin descanso. Los que apenas se habían ido para co

Capítulo 2

 2 -- Está haciendo mucho calor – fue la afirmación de Pedro Pablo, mientras iba conversando con Aníbal hacia la entrada de la puerta secundaria del cementerio de la ciudad. Ahí se reunían todos los días junto a otros cinco o seis más, casi de manera rutinaria a pasar parte del día. Se sentaban debajo de la matica que quedaba en el costado izquierdo saliendo del cementerio o derecho entrando. Esa puerta había pasado a ser la puerta secundaria del cementerio y en ocasiones muy especiales se abría, como el día de la madre o el primero y el dos de noviembre, días en que la asistencia al cementerio era considerable, y la puerta principal no era suficiente para permitir el acceso. El resto del tiempo, por lo general, esa puerta permanecía cerrada. Cuando hicieron la avenida del frente del cementerio hicieron una puerta para ir al campo santo, haciendo que la puerta que daba hacia la calle y que era la única hasta entonces pasara a ser la puerta de emergencia o secundaria.  -- Un poco

Capítulo 3

 3 -- ¡Choque esa! – dijeron algunos del grupo para recibir a Pedro Pablo y Aníbal quienes llegaban a la cita acostumbrada, a la vez que se levantaban a darles una palmotada en las manos en señal de camaradería y de bienvenida. Siempre lo hacían con el que trajera o llegara con la primera bebida. En esa mañana eran Pedro Pablo y Aníbal quienes la traían. Carcajadas iban y venían al igual que los saludos. El ambiente era festivo. En el grupo se encontraba de vez en cuando un hombre de tez morena suave, alto y delgado. Había sido boxeador en sus tiempos de joven y siempre hablaba de sus peleas con quien tuviera el tiempo suficiente para escucharlo. Se quejaba siempre de la última pelea y que había perdido con un ruso, según contaba, por decisión de los jueces. Eso le había llevado a tomar la decisión de no volver al cuadrilátero en medio de la decepción y de la injusticia. Así lo contaba él mismo. Era agradable y su caminar elegante. Su cara enrojecida mostraba los efectos de licor

Capítulo 4

 4 Pedro Pablo era licenciado en filosofía e ingeniero electricista de profesión y con su porte era la autoridad del grupo. De cara redonda y bigote bien cuidado era de hablar pausado y gozaba de mucha simpatía. Vivía de la renta de unos negocios que poseía y que había dejado en manos de su hermano para que los administrara.  De joven se había desempeñado en varios cargos en una empresa hasta llegar a ser el coordinador para una zona determinada del país. Se había caracterizado por su profesionalismo y por su dedicación. Había sido muy precavido en lo económico y había hecho algunas inversiones de las que vivía holgadamente. En sus tiempos de muchacho había leído de todo cuanto podía aún si no entendiera a plenitud todo lo que pasaba por sus manos. Esas lecturas le habían dado un potencial enorme como persona y le habían aportado un carácter de no creer sino por sus propios criterios a los que se aferraba, a veces, de manera obstinada. Sus conversaciones eran con conocimiento. Po

Capítulo 5

 5 Las noticias giraban en torno a la invasión de Israel a la zona de Gaza, en el Medio Oriente. Iban ya veinte días de la ofensiva de Israel y nada parecía indicar que hubiese un cese al fuego. Las Instituciones creadas para hacer la paz se mantenían o al margen de los acontecimientos o eran ignoradas como en el caso de la ONU, aunque ésta tampoco se había mostrado muy decidida a actuar. De nada había servido la votación de catorce y una abstención por la solicitud a Israel de suspender los ataques. La mayoría aplastante era débil ante la abstención que era de una. Ni siquiera era un voto, solamente era una abstención, y eso anulaba las catorce que eran más que mayoría. Pero son las ironías de las diplomacias en la propia ONU. Los muertos por parte de Gaza pasaban los mil y más de cinco mil heridos. Los noticieros en la televisión eran desgarradores porque las noticias no lo eran menos. El presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel de Escoto, había acusado a Israel de vio

Capítulo 6

 6 Los ataques en Gaza no cesaban. Las noticias en nada eran adelantadoras ni alentadoras para los palestinos de esa región. Era de imaginarse la situación desesperante vivida día tras días para sus habitantes en medio de bombardeos de todo tipo. La televisión transmitía la masacre, las que las transmitían, por supuesto. Habría que sumar la cantidad de palestinos muertos desde 1948 cuando se creara el nuevo Estado de Israel con el nombre de Tel-Aviv, al término de la segunda Guerra Mundial, hasta los últimos días. La cifra sería muy alta, tal vez más que la de los seis millones de judíos en la segunda Guerra Mundial, y que algunos historiadores estaban considerando la exactitud y verdad de esa cantidad, aún del propio holocausto como tal, y así algunos habían llegado a considerar que no hubo cámaras de gas y que sólo 300.000 judíos murieron de las 800.000 personas que perecieron en los campos de concentración nazis, en lugar de 6 millones de judíos. Así, autores como Paúl Rassinier,