Capítulo 6
6
Los ataques en Gaza no cesaban. Las noticias en nada eran adelantadoras ni alentadoras para los palestinos de esa región. Era de imaginarse la situación desesperante vivida día tras días para sus habitantes en medio de bombardeos de todo tipo. La televisión transmitía la masacre, las que las transmitían, por supuesto. Habría que sumar la cantidad de palestinos muertos desde 1948 cuando se creara el nuevo Estado de Israel con el nombre de Tel-Aviv, al término de la segunda Guerra Mundial, hasta los últimos días. La cifra sería muy alta, tal vez más que la de los seis millones de judíos en la segunda Guerra Mundial, y que algunos historiadores estaban considerando la exactitud y verdad de esa cantidad, aún del propio holocausto como tal, y así algunos habían llegado a considerar que no hubo cámaras de gas y que sólo 300.000 judíos murieron de las 800.000 personas que perecieron en los campos de concentración nazis, en lugar de 6 millones de judíos. Así, autores como Paúl Rassinier, en su libro “La Mentira de Ulises”, Harry Elmer Barnes, Willis Carto, James J. Martin, David Hoggan con su libro The Myth of the Six Million (El mito de los seis millones), Ernst Zündel, Frederick A. (Fred) Leuchter, Jr (Informe Leutcher), entre otros pues la lista es bastante extensa. Sin embargo, el negacionismo (llamado también "revisionismo del Holocausto", considerada como una corriente pseudocientífica o simplemente de “neo-nazis) en relación al Holocausto y a otros genocidios se considera una ofensa criminal, como se determina por el Consejo de Europa, del 7 de mayo de 1948 realizado en La Haya, y que según el Estatuto del Consejo de Europa éste tiene por finalidad la defensa de los derechos humanos, de la democracia pluralista y la preeminencia del derecho, sin dejar pasar por alto todo lo que se ha adelantado al respecto a nivel de cada nación, por supuesto. En la otra parte existen movimientos y asociaciones que son anti-negacionistas del holocausto, como The Nizkor Project, que también llegan a exageraciones al considerar que fueron 12 millones, en vez de 6 millones de judíos, las víctimas del holocausto. Pero a este punto también se ha adelantado bastante ya que opinar o negar el holocausto es considerado hoy por hoy como parte de la libertad de expresión, por lo menos en España, gracias a Pedro Varela, un aferrado negacionista del holocausto, aunque, sea en todo caso un asunto muy espinoso y controvertido, porque en Alemania es considerado un delito. Las razones que tienen los negacionistas para fundamentar sus posiciones frente al hecho del holocausto son, entre otras, que no hubo una política oficial, un plan o una intención clara para el exterminio de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial; que no murieron seis millones de judíos durante la guerra: esta es una cifra tremendamente exagerada y no corresponde con la realidad. Dudan que hubiesen muerto más de 800.000 personas en los campos de concentración, de entre las cuales aproximadamente 300.000 serían judíos. Aunque la cifra de 6.000.000 de asesinatos esta ampliamente documentada, entre otros, con el famoso Informe Korherr, realizado por Richard Korherr, estadístico en jefe de las SS, quien cita el número de pérdidas judías como mayor a los 2.454.000, solamente hacia fines de 1942, sin contar las muertes por causa de las duras condiciones en los guetos y en los campos de concentración. Que no existieron cámaras de gas en los campos de concentración (no se refieren aquí a las cámaras usadas en la desinsectación con el gas Zyklon B para la ropa, colchones, etc. cuya existencia es incuestionable, sino a las cámaras hechas, específica y funcionalmente con el propósito de asesinar personas) Entre otras afirmaciones se incluyen que la población judía en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial no era de 9.500.000 judíos sino que era menor a los cuatro millones, de los cuales aproximadamente un millón emigraron hacia lugares como Palestina, Estados Unidos, Argentina, Canadá, etc. y más de dos millones emigraron a la Unión Soviética, y sólo 300.000, aproximadamente, murieron en los campos de concentración. Que el constante bombardeo aliado causó rupturas a carreteras, puentes y vías férreas, las cuales suministraban alimentos y medicamentos a los diversos campos de trabajo, por esa razón la inanición y las epidemias de tifus exantemático transmitido por el piojo fueron factores decisivos para las bajas de judíos, no judíos y alemanes, sin incluir la vejez y la muerte natural. Que no existe, o al menos no se conserva, ningún documento nacionalsocialista que ordene, decrete o manifieste el asesinato en masa por parte de los nazis o que mencione siquiera las cámaras de gas. Que la “Solución Final al problema judío” no significaba la decisión de exterminar al pueblo judío, sino su desplazamiento y reubicación en la isla de Madagascar, y posteriormente en el este de Europa para el nuevo asentamiento del Estado de Israel. Que las historias del Holocausto son un mito creado inicialmente por los Aliados para satanizar a los alemanes. Los judíos difundieron este mito como parte de un complot con la intención de permitir la creación de un hogar nacional judío en Palestina y para continuar apoyando actualmente al Estado de Israel. Que las principales pruebas del genocidio se fundamentan en testimonios y no en pruebas materiales que demuestren el asesinato en masa. Que las evidencias materiales, como fotografías o el Diario de Ana Frank, son falsificaciones. Que los testimonios de los sobrevivientes están llenos de errores e inconsistencias por lo que no son confiables. Que las confesiones nazis sobre crímenes de guerra, como la de Rudolf Höss en los Juicios de Nüremberg, fueron extraídas bajo tortura. Que el trato de los nazis hacia los judíos no fue diferente al trato que daban los aliados a sus enemigos en la guerra. Que Adolfo Hitler y el nazismo son inocentes, al menos, del crimen de genocidio contra el pueblo judío.
Por esos días las cosas estaban muy espinosas respecto al “holocausto” judío. Si no hubo cámaras de gas y hornos crematorios, entonces, no hubo “holocausto”, ya que en el sentido estricto de la palabra, holocausto es, en el ámbito religioso, el sacrificio de animales, cuyo cuerpo es completamente consumido por el fuego. En el caso de los judíos sería, en el caso de ser verdad, nada más que haber quemado a los judíos en las supuestas cámaras de gas; pero, si se negaba que hubiesen existido las cámaras de gas, entonces, no hubo holocausto. El tema estaba muy debatido por los que lo afirmaban y por los que lo negaban, fuese o no fuese castigado. Pero, la pregunta era ¿el holocausto en verdad existió o fue un invento de los judíos y sobre todo del cine para pasar a ser de victimas a dominadores? ¿Habría sido una obra más del “genio judío” para lograr el dominio que ya tenía? ¿Sería “el holocausto” un mito más a los muchos que ya se han inventado los judíos? Realmente muy complicada la situación al respecto. El otro problema era ¿si negar el holocausto era ser “antisemita” o “antijudío, y más aún, si ser antijudío era ya un pecado?
En el caso de los judíos, si ésta había sido considerada un “holocausto” ¿cómo se podría calificar y llamar la actual que llevaba más de cincuenta años? Podría verse como una venganza de los judíos, pero la pregunta era ¿por qué no se vengaban de los alemanes y sus similares, como Rusia al comienzo, quienes habían sido sus verdugos? Ayer había sido El Líbano, ahora era Gaza.
No se trataba de ser anti o pro, ya de los judíos de la Segunda Guerra Mundial, o ya de los árabes de los últimos acontecimientos. El hecho de ir en contra de los delitos de lesa humanidad involucraba todos los escenarios, tanto a los de ayer como a los de hoy. No por ir en contra de las acciones militares y antihumanas judías, significaba ser antisemita. Con esa palabra estaban más que manipulando al mundo entero. Significaba, entonces, que quien tomara partido en contra de esa masacre de ahora corría la amenaza cruel de la palabra anti-semita, cuando los hechos evidenciaban lo que se veía, y no otra cosa distinta de la realidad que era un holocausto a todas vistas. Aun en la actualidad la palabra “holocausto” se estaba convirtiendo en una palabra para manipular. Y era evidente la manipulación. Tomar partido en contra de los agresores era pasar a ser anti-semita, porque los agresores eran definitivamente los judíos. La ironía de la historia y de los que la hacen como la que estaban haciendo. Aún así, Efraim Zadoff, autor de la Enciclopedia de la Shoá, en diálogo con la Agencia Judía de Noticias, reflexionaba sobre el día Internacional del Holocausto y decía que "es importante que en cada lugar se muestre y se tenga presente la fecha, es positivo que se la recuerde, especialmente en los países árabes" y advertía a esa agencia que "quienes niegan la Shoah son perversos y tienen como único objetivo el de atacar a Israel. "La Shoah tanto, en el pasado como hoy sigue siendo una hecatombe, una tragedia, un desastre, el concepto de la mayor tragedia posible. El genocidio perpetrado contra los judíos no tiene parangón por la planificación, la industrialización y exterminio sistemático y recursos a disposición", manifestaba AJN, el historiador israelí Efraim Zadoff. Y a este respecto volvía a repetirse la pregunta, ¿y no era eso, acaso, lo que se estaba evidenciando en Gaza, ahora, y antes en El Líbano? ¿Entonces? ¿Holocausto para ellos y no holocausto de ellos o perpetrado por ellos, sino contra ellos? ¿No se podría aplicar aquello de “que lo es bueno para el pavo, es bueno para la pava?
Lo novedosamente contradictorio y la peor ironía en el caso del holocausto judío por la Alemania Nazi es que algunos de los militares nazis eran judíos, como, Werner Goldberg (de apellido Werner, y que en 1939 se utilizó su retrato en un cartel de reclutamiento del ejército nazi. Una de las leyendas del cartel decía "El soldado alemán ideal"). Los historiadores aseguran que hasta 150.000 hombres de origen judío sirvieron en el ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos eran oficiales. Dos mil de ellos se convirtieron en arios por un decreto firmado personalmente por Adolf Hitler y otros altos oficiales nazis según el libro "Hitler's Jewish Warriors" ("Los guerreros judíos de Hitler" ), de Bryan Mark Rigg, llevado a documental de cine dirigido por Heike Mundzeck. El mismo Fritz Scherwitz, judío, fue un comandante de las SS, o el propio Adolf Eichmann, también de la SS y que tenía parentesco judío, quien se refugia en Argetina con la falsa identidad de "Ricardo Klement"; en 1957 es descubierto por los servicios secretos de Israel (el Mossad), quienes tardan dos años en determinar la identidad del nazi, quien trabaja como mecánico en una fábrica; el 11 de mayo de 1960 lo secuestran en plena calle cuando Eichmann llega del trabajo y es enviado a Israel siete días más tarde. Allí se le somete a un polémico y largo juicio que finalizó el 15 de diciembre de 1961 y fue condenado a morir en la horca por Crímenes contra la Humanidad, sentencia que se cumple, unos minutos después de la medianoche, el 1 de junio de 1962 de madrugada. Otros judíos nazis eran el teniente Hugo Gutmann, Shlomo Perel (oculto bajo el nombre de Josef Perjell), según los estudios realizados por Bryan Mark Rigg, y según otras fuentes, Hans Sander, quien recibiera del propio Hitler un certificado de sangre alemana limpia que le permitió no sólo ser considerado ario, sino servir incluso en el Ejército alemán como oficial. También el teniente Ernst Prager, y algunos de ellos llegaron a alcanzar incluso puestos de mando de relevancia, por ejemplo, Ernst Bloch y Felix Bürkner fueron coroneles; Helmut Wilberg, general de la Luftwaffe; Paúl Ascher, primer oficial de Estado mayor del almirante Lütjen en el famoso acorazado Bismarck; y los hermanos Johannes y Karl Zukertort, generales. Otros muchos casos como el de Helmut Schmidt, Paúl-Ludwig Hirschfeld, Edgar Jacoby, Wilhelm von Helmolt, Werner Maltzahn. Algunos fueron condecorados varias veces por méritos. Hasta el extremo de creerse que el mismo Adolf Hitler tenía ascendencia judía pues se ha llegado a decir que el doctor Walter C. Langer, un psicólogo al servicio, simultáneamente, del Tercer Reich y la OSS estadounidense (organización precursora de la CIA), comunicó la existencia de un informe secreto policial anterior a la guerra en el que se decía que el padre de Hitler era hijo ilegítimo de Maria Anna Schicklgruber, cocinera al servicio del barón Rothschild en Viena. Al conocer su embarazo, en 1837, abandonó Viena dando a luz a Alois, el nombre registrado para el padre de Hitler. Al parecer cinco años después se casaría con un panadero de nombre Johann Georg Hiedler. Sin embargo, Alois conservó el apellido de su madre, Schicklgruber, casi hasta los cuarenta años, momento en que su tío Johann le ofreció legitimar su apellido. A merced de la escritura ilegible del párroco encargado del registro de nacimientos, Hiedler, se convirtió, intencionadamente o no, en Hitler. Este caso ha sido considerado ya un mito, sobre todo en Europa, atribuido a Fritz Thyssen. En todo caso basado en la ley judía que enfatiza la descendencia matrilinear, las autoridades judías aceptan al 100% a un persona judía con una madre judía.
Lo más curioso e imposible de creer, pero cierto, es que en noviembre del 2008, ocho jóvenes judíos habían sido sentenciados a la cárcel en Israel por pertenecer a una violenta banda neonazi, porque querían celebrar el cumpleaños de Hitler en el Museo del Holocausto. El acta de acusación indicaba que los ocho adolescentes tenían previsto celebrar una ceremonia en el Museo del Holocausto (Yad Vashem) para celebrar el cumpleaños de Adolf Hitler y "jurarle fidelidad y prometer preservar la raza blanca hasta su última gota de sangre". En la sentencia, el juez Zvi Gurfinkel aseguraba que los jóvenes habían realizado "acciones horribles que ningún judío puede aceptar". Otros casos de neonazis judíos se habían estado dando en el mismo Tel Avi (Israel), como también en Petaj Tikva en la que desconocidos pintaran en una sinagoga cruces gamadas nazis y el nombre de Adolf Hitler.
Pedro Pablo recordaba de sus tiempos de muchacho la lectura de la novela Éxodo, de León Uris, novela que había leído por recomendación de una amiga. Por esos mismos tiempos también había leído “Holocausto”, de Gerald Green, para completar la inquietud de la novela anterior. Y así recordaba un nombre clave de entre los judíos y era el de David Ben-Gurión (David Grün), quien fuera el primer Ministro de Israel. De esa misma novela recordaba palabras como “sionismo”, “ghetto” y otras para identificar propiamente a los judíos. El sionismo nace desde Theodor Herzl, y tenía como propósito la creación del Estado de Israel y no es otra cosa que "nacionalismo en la diáspora", es decir, el retorno de los judíos dispersos por el mundo desde el año 70 de nuestra era, hacia la tierra prometida. Pedro Pablo recordaba de esa novela el desengaño de los propios judíos a su regreso cuando en boca del propio Uris dice que ¿esa era la tal tierra prometida, en donde todo era desierto y lejanía?. Tal vez en los tiempos en que Uris había escrito esa novela, para la que había recogido vivencias de judíos que habían sido los pioneros, ya que los tiempos eran mejores para los judíos en la actualidad. El Sionismo toma su origen del Monte Sión, una montaña cerca de Jerusalén y hace referencia a la ciudad de David, y es uno de los términos para referirse en la propia Biblia a Jerusalén. Aunque a veces se utilizaba el término "sionismo" peyorativamente para justificar los ataques contra los judíos. Según los historiadores Walter Laqueur, Howard Sachar y Jack Fischel, entre otros, la etiqueta de "sionista" también se usaba como un eufemismo para los judíos, en general, por los defensores del antisemitismo; es decir, era una palabra para identificar a los judíos en la campaña anti-judía, en los famosos “progroms” que eran los ataques violentos, sobre todo en Rusia primero y después en Alemania y Polonia, contra los judíos, convirtiéndose en verdaderas masacres, como por ejemplo, la famosa Kristallnacht (la “noche de vidrios rotos”), en Alemania el 9 y 10 de noviembre de 1938, siendo este el primer acto de violencia masiva contra la comunidad judía alemana, en plena segunda Guerra Mundial. Aunque no solamente en plena guerra, sino después, como en el caso de Kielce, Polonia, en 1946, en la que una muchedumbre de residentes locales atacó judíos después que rumores falsos se difundieron que los judíos estaban usando la sangre de niños cristianos para rituales.
La novela de León Uris era importante para Pedro Pablo porque le había dado los primeros elementos para comprender la realidad de la guerra en el Medio Oriente, que tiene sus orígenes en la resolución de la ONU en la creación del Nuevo Estado de Israel, de manera oficial con la Resolución 181 ya que en la declaración Balfour en 1917 se habían dado los primeros pasos.
Theodor Herzl, el padre del sionismo en el mundo, sostenía que los judíos eran primordialmente un grupo nacional, como cualquier otra nacionalidad, y no un grupo religioso, como los musulmanes o los católicos y que, como tal, tenía derecho a crear su propio Estado en su territorio histórico, Eretz Israel, ("Tierra de Israel"), como la “tierra prometida”. La idea de volver al propio Medio Oriente fue creciendo con el tiempo y la idea de crear unas colonias como escapes de la Rusia zarista, por ejemplo, fueron perdiendo importancia, como en los casos que presentaban en la opción de crear ya en Argentina, Kenia o Africa Oriental Británica, este último conocido como «proyecto Uganda»; entonces, fue creciendo la convicción de la necesidad de crear el propio Estado judío en la propia Palestina, aunado a la creciente migración de jóvenes hacia ella, las llamadas Aliyá, término utilizado para llamar a la inmigración judía a la Tierra de Israel. La palabra aliyá significa "peregrinaje", por el efecto de la subida a Jerusalén durante los peregrinajes prescritos para las festividades de Pésaj, Shavuot y Sucot, fiestas recordatorias y conmemorativas de fechas importantes como la salida de Egipto (Pésaj) o la entrega de la Torah por parte de Dios a Moisés, en el Monte Sinaí (Shavuot); y la conmemoración del tiempo en el desierto con sus viscitudes, llamada «Fiesta de las Cabañas» o «de los Tabernáculos» (Sucot). El propio David Be-Gurión se instaló en Palestina con la finalidad de trabajar la tierra y aprender el hebreo, en la llamada segunda Aliyá, que fue probablemente la más importante e influyente de todas (olé (masculino) u olá (femenino); la acción inversa, la emigración desde Israel hacia otro territorio, o diáspora, se conoce por yeridá o "descenso".
La segunda Aliyá se llevó a cabo entre 1904 y 1914, período durante el cual unos 40.000 judíos aproximadamente inmigraron a la Provincia Palestina del Imperio Otomano, en su mayoría provenientes de Rusia y Polonia. Con el propósito de trabajar la tierra y cultivarla crearon los famosos kibutz, siendo el primero el de Degania, en 1909, como una experiencia de comunidad del sionismo socialista, en los que entre otras se pretendía la centralidad del trabajo agrícola, la propiedad colectiva; el trabajo propio, es decir que para evitar la plusvalía, los miembros del kibutz debían ser los dueños de los medios de producción y también los que aportaran la fuerza de trabajo; salarios igualitarios, rotación de los puestos, decisiones democráticas, y Judaísmo secular cultural. Algunos ven en la creación de los kibutz la influencia de Leon Tolstoi, el novelista ruso autor de la novela “La guerra y la paz”, quien inspirara a Aarón David Gordon, el promotor principal de retorno a la tierra prometida y en cierta manera fundador de los famosos kibutz.
La Segunda Aliyá fue determinante para crear un sistema de autodefensa, HaShomer (La Guardia), y se convirtió en el precedente para las futuras organizaciones de defensa del pueblo judío. De allí nace Haganah que sería creada en 1920, como organización paramilitar judía, cuyos miembros eran los propios integrantes de los kibutzim y moshavim, creados para defender sus territorios de los ataques árabes. Sin dejar de nombrar, por supuesto, la famosa declaración Balfour, que fue la declaración formal del gobierno británico publicada el 2 de noviembre de 1917 en el que el Reino Unido se declaraba favorable de la creación de un hogar nacional judío en el Mandato Británico de Palestina, con el consentimiento de los Estados Unidos de Norte América, por Arthur James Balfour, Secretario de Relaciones Exteriores británico. Parte del texto de la consabida y nombrada declaración decía: «El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.» Aunque, no fue sino después de 1930 que Gran Bretaña, volvería a replantear su apoyo al proyecto sionista, a raíz de los conflictos crecientes entre los árabes y los judíos. Pero ya se había aceptado la partición de Palestina en dos: un estado judío y el otro árabe, aceptado por los judíos, y como era lógico, rechazado por los árabes. Ahí habían comenzado todos los problemas. Ahora la pregunta era ¿por qué Gran Bretaña y qué tenía que ver Gran Bretaña en estos asuntos? Sin duda que el interés británico en el movimiento sionista estaba en el crecimiento de las empresas establecidas en las colonias británicas del sur de Asia a principios del siglo XIX, como se manifestaba en una carta del Vizconde de Palmerston, del año 1840 al sultán del Imperio Otomano, en la que le decía, que: “Sería muy importante para el sultán que sugiriese el retorno y establecimiento de los judíos en Palestina, debido a que las fortunas que ellos traerían consigo incrementarían los recursos de los dominios del sultán, y por otro lado, si los judíos vuelven bajo la invitación y el amparo del sultán, se podrían evitar futuros conflictos con Egipto y el resto de sus vecinos”. En esa misma carta Palmerston le sugiere “fervientemente” al sultán “que el gobierno turco invite a los judíos europeos a volver a Palestina”. Se le sumaba a estas fervientes sugerencias el hecho del dominio británico sobre el territorio otomano y en el año 1917 ocuparon Siria y Palestina para lograr con el Tratado de Sèvres, Francia, en el año 1920, la repartición del territorio otormano, en el que Mosul, Palestina y Transjordania pasaban a administración británica, entre otras reparticiones como a Francia, por ejemplo. Más tarde en la Conferencia de San Remo (Italia), celebrada por los "Aliados" de la Primera Guerra Mundial, se ratificaron y legalizaron los repartos territoriales previamente acordados entre Francia y el Reino Unido en el anterior Tratado de Versalles. De esa manera Palestina, que quedaba desligada de Siria en confirmación a los compromisos acordados en la Declaración Balfour, pasó a estar bajo mandato británico, al igual que Transjordania, que era separada artificialmente del resto del territorio. El territorio de Palestina incluía lo que más tarde sería el Estado de Israel, la franja de Gaza, Cisjordania, parte de los Altos del Golán y el Reino de Jordania.
Ya Tel-Aviv había sido establecida en 1906 y fundada en 1909 y significa “La Colina de la Primavera”. No es sino hasta el 14 de mayo de 1948, cuando David Ben-Gurión, en Tel Aviv leyó la declaración de independencia del Estado de Israel, el mismo día en que finalizó el mandato Británico de Palestina, después de algunas reparticiones previas con Palestina y creado el conflicto árabe-israelí y haber sacado ventajas políticas y territoriales, por supuesto. Desde ahí se inician las confrontaciones pues siete Estados árabes comienzan la guerra contra Israel, siendo ellos Egipto, Siria, Jordania, Líbano, Iraq, Arabia Saudita y Yemen, siendo así el comienzo de la Guerra de Independencia de Israel y el desastre de Palestina, como es llamado por los árabes palestinos, la Nakba. Era de suponer que los árabes no aceptarían la resolución 181 de la ONU.
A Pedro Pablo le había impactado de manera bonita y orgullosa cuando en la novela de León Uris había visto que aparecía Venezuela firmando la resolución 181 de la ONU. De hecho, los países que firmaban a favor de la resolución eran Australia, Bélgica, Bielorrusia, Bolivia, Brasil, Canadá, Checoslovaquia, Costa Rica, Dinamarca, República Dominicana, Ecuador, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Guatemala, Haití, Holanda, Islandia, Liberia, Luxemburgo, Nueva Zelandia, Nicaragua, Noruega, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia, Suecia, Sudáfrica, URSS, Ucrania, Uruguay y Venezuela, que representaban el 58% del total. Como era de suponerse, había países que se oponían, además de los países árabes, y eran Afganistán, Arabia Saudí, Cuba (bajo la presidencia de Ramón Grau San Martín), Egipto, Grecia, India, Irán, Iraq, Líbano, Pakistán, Siria, Turquía y Yemen, llegando al 23% de la totalidad. Los países que se abstuvieron fueron Argentina, Colombia, Chile, China, El Salvador, Etiopía, Honduras, México, Reino Unido y Yugoslavia, representado el 18%.
El 25 de enero de 1949, tuvieron lugar las primeras elecciones al parlamento israelí, la Knéset, de las cuales Ben-Gurión surgió electo como Primer ministro, ocupando asimismo el cargo de ministro de Defensa. David Ben-Gurión con su espíritu visionario le llevó a abrir de par en par las puertas de la inmigración judía al nuevo estado, aun cuando no existían las condiciones para vivir, y es aquí donde se podría encuadrar de hecho la novela Éxodo, de León Uris, que no es otra cosa que la presentación de manera novelada la aplicación de la Ley del Retorno de 1950, que garantizaba a cualquier judío del mundo su derecho a inmigrar a Israel, establecerse allí y obtener casi sin trabas la ciudadanía israelí; se le sumaba a este hecho la resolución 194 de la ONU, en la que se resolvía la expulsión forzada de centenares de miles de palestinos y permitir a los refugiados que lo deseen regresar a sus hogares lo más pronto posible y vivir en paz con sus vecinos, y que se deben pagar indemnizaciones a título de compensación por los bienes de aquellos que decidan no regresar a sus hogares y por todos los bienes que hayan sido perdidos o dañado, en virtud de los principios del derecho internacional o en equidad, esta pérdida o este daño debe ser reparado por los gobiernos o autoridades responsables". Más tarde, el 10 de septiembre de 1952, David Ben-Gurión firmó con el Canciller de Alemania Occidental, Konrad Adenauer, un controvertido acuerdo de indemnizaciones y rentas alemanas, como retribución inicial y parcial por los bienes confiscados y por los trabajos forzados perpetrados por la Alemania nazi en contra de los judíos. Y así los judíos comenzaron a sacar provecho y entonces de victimas pasan a ser usuarios y benefactores, en donde la tan usada palabra “holocausto” no era otra cosa más que un recordatorio de la masacre judía en su propio beneficio. Tal vez la conciencia alemana de haber ido en contra de la humanidad, delitos de lesa humanidad, se convertía en el punto débil para Alemania y otros países y el punto fuerte para los judíos. Eso conllevaba la creación de un poderío económico con todo lo que esa realidad suponía: poderío militar del que es evidente en los actuales momentos de la historia. Los judíos han contado para ello, como material de propaganda subliminal, el cine y el arte en todas sus manifestaciones, logrando, así, ser los dominadores del mundo. El cine definitivamente les ha permitido extender ese sentimiento de compasión hacia los judíos y de rechazo hacia sus opresores, por ejemplo en las películas “La vida es bella”(dirigida por Roberto Benigni), las películas de Spielberg, con La lista de Schindler, sin dejar de nombrar sus producciones, como Poltergeist, Los Picapiedra, Casper, Men in Black, Deep Impact y La Máscara del Zorro, El mundo perdido: Parque Jurásico, Salvar al soldado Ryan, Inteligencia Artificial, La terminal, Tiburón, Indiana Jones (o en busca del arca perdida, y en su trama se describe la hazaña del arqueólogo Indiana al evitar que los nazis se vuelvan "invencibles"; para impedirlo, debe encontrar la legendaria Arca de la Alianza que las tropas, guiadas por su enemigo René Belloq, están buscando sigilosamente), y una lista larga, ya como director en unas, como guionista en otras, productor y actor; y sin poder pasar por alto también algunas series de dibujos animados de su autoría, como Las aventuras de los Tiny Toons, Fenomenoide, Pinky y Cerebro y Animaniacs. Parece vano citar esas producciones pero está latente la misma idea, de manera subliminal, logrado aparentemente en distracción como en el caso de la serie Pinky y Cerebro, en donde la idea es el dominio del mundo. ¿No es, acaso, la constante de esa serie cuando Pinky le pregunta a Cerebro que “qué haremos mañana”, y la respuesta de Cerebro: lo que siempre hacemos todos los días: “tratar de conquistar el mundo, Pinky”? Otras series o películas de autores judíos como Spiderman, los superhéroes (la lucha de los buenos contra los malos), Superman, creado Joe Shuster y Jerry Siegel; Batman, Bob Kane y Bill Finger; The Spirit, por Will Eisner; los cuatro fantásticos, Hulk, X-Men, creado por Jack Kirby; Capitán America, por Joe Simon y Stan Lee. Sobre estas creaciones de entretenimiento según Danny Fingeroth en su libro Disguised as Clark Kent: Jews, Comics and the Creation of the Superhero, dice que la propia figura del superhéroe tendría claros paralelismos con la típica caricatura del judío: un ser simultáneamente débil (en su “identidad secreta”) y capaz al mismo tiempo de controlar el mundo. La identidad secreta sería por tanto la forma en que los judíos reafirmaban su fuerza individual y su deseo desinteresado de hacer el bien, siempre, por supuesto, de un modo subconsciente. A un nivel metafórico más amplio, tendría también que ver con el deseo que todos tenemos de demostrar al mundo de que somos más de lo que parecemos. Algunos han llegado a encontrar mensaje subliminal en la propia “S” del traje de superman al hacer referencia a S de Sionismo, aunque Superman no es judío, según aclaraba la responsable de la exposición, Anne Hélène Hoog, en una exposición en el Museo de Arte e Historia del Judaísmo en París. En todo caso, ¿será esa la filosofía de comportamiento y el patrón de los judíos y transmitidas entre ellos y bien entendida por ellos mismos sin que no demos cuenta los que no somos judíos? Un judío, Yehuda Ribco, al contestarle una correspondencia a Carlos L. sobre una consulta sobre el nombre de Superman en la película del mismo nombre: “aunque no soy judío- decía la consulta de Carlos L. - me despertó la curiosidad encontrarme con dos palabras, que quizá podrían ser nombres. La idea es que usted me ayude a aclarar de qué se trata o cuál es su significado: Kal-El y Jor-El...Sólo sé que bíblicamente "El" significa Dios. - ¿qué influencia tuvo el judaísmo, si usted lo sabe por supuesto, en la creación de la historia y especialmente del personaje?”; y Yehuda Ribco, le respondía a Carlos L., analizando la película de Superman y la asociaba con la realidad judía y decía, entre cosas, que Superman no es otra cosa que un judío que vive en el exilio, la diáspora. Su patria fue destruida en un inmenso cataclismo. Su padre era un erudito que advirtió el inminente desastre, pero nadie lo tomó en cuenta, tal como aconteció con los profetas que anunciaron la caída de Israel y Yehudá pero no fueron escuchados. Ama a su patria de adopción pero no por eso desdeña su patria de origen. Trabajó la tierra pero escogió un ofició que lo vincula con las letras, tal como el pueblo judío era campestre pero siempre unido al Libro. Es un extranjero que cuando oculta su identidad es débil y apocado, pero cuando actúa de acuerdo a su esencia auténtica es súper poderoso. Está para servir al prójimo sin pedir nada a cambio. La justicia y el servicio son sus objetivos. Todos lo quieren pero nadie lo conoce realmente. Los villanos lo odian de corazón y no descansan en su afán para exterminarlo. Cuando está cerca de ciertos elementos que le son impuros, pierde su poder "especial". Es más fuerte que un tren, más rápido que una bala, salta los edificios más altos para servir a la noble causa. Solo podía hacer mucho bien, pero prefirió juntarse con otros como él para crear una verdadera Liga de la Justicia y así multiplicar en mucho el servicio que brindaba gratuitamente a su prójimo. Tuvo varios "copiones" pero ninguno es como él. Nació de la mente de un adolescente judío en 1933 y su meta era proteger a los indefensos, precisamente en la era del comienzo del auge de Hitler y su imperio del mal. Su nombre puede querer decir en hebreo "Todo es de Dios".El nombre de su padre puede querer decir en hebreo "Hoyo de Dios". Se salvó como Moshé de la destrucción, en un arca, en su casco espacial. O puede también equipararse a los Kindertransports, el salvataje de miles de niños judíos de zonas afectadas por los nazis que fueron refugiados en Gran Bretaña. Trajo de los cielos la redención de la tiranía, el mal, la injusticia, la opresión. A pesar de su doble identidad, es un hombre sincero, pues... ¿quién se atreve a usar sus calzones por fuera de sus ropas? Ese era el análisis que hacía Yehuda Ribco del contenido subliminal de la película de Superman. En la actualidad también directores como Alfred Gough y Miles Millar con las producciones como “La momia: la tumba del emperador Dragón”, “Smallville”, y un sin fin de producciones más. Sin embargo, no se podía descartar la posibilidad de andar buscando brujas donde no las hay, y de encontrar mensajes más allá, con doble intencionalidad; pero, tampoco se trataba de negar que también era posible.
En cuanto a las películas de Woody Allen, a Pedro Pablo siempre le habían llamado la atención y se tenía una promesa de comprar todas sus películas en las ventas de cd. No había tenido la oportunidad de verlas todas y sentía la necesidad de hacerlo. Encontraba una relación que no sabía cómo explicar entre las películas de Woody Allen y Cantinflas e inclusive con Los Simpsons. Le fascinaba cómo Woody Allen presenta el psicoanálisis y todos los conflictos personales en sus películas y a pesar de ser muy serias, encontraba en ellas mucho humor y una ironía inteligente. Tal vez en esto consistía la conexión que sin saberlo encontraba en ese triángulo: Allen-Cantinflas-Simpsons. Como también en la serie de Ally McBeall que encontraba tan fresca y profunda al mismo tiempo. Había una película que Pedro Pablo recordaba con mucho cariño, admiración y respeto por los judíos y sus costumbres y era “un violinista en el tejado” (Fiddler on the Roof), en donde el sonido del violín que toca el violinista en el tejado, cada vez en la misma película, expresaba la inestabilidad de los judíos en la Rusia zarista. Bellísima, sin la menor duda. Le fascinaba de esa película la canción “si yo fuera rico”, con la que disfrutaba un mundo, además de admirar la cultura judía.
A Pedro Pablo le había llamado la atención casi al final de la novela Éxodo, de León Uris, el que el autor dijera, palabras más, palabras menos, que era sorprendente que toda esa masacre era obra de cristianos católicos, para diferenciar precisamente la etnia judía de los cristianos. Y esa afirmación le había sonado a cruel y también a reclamo, aunque pudiese verse como artimaña para dominar con el sentimiento de culpa. No dejaba de tener razón en esa crítica el autor de la novela. Es importante señalar a este punto la utilización de la palabra “etnia” aplicada en este caso a los judíos y sea válida ya que no se puede hoy por hoy hablar de raza judía o raza de tal o cual especificación, ya que la raza es una, la humana. Lo demás es tipificación en “etnias” y es muy valedero que sea esta anotación. El caso es que Pedro Pablo había quedado golpeado con la afirmación del novelista estadounidense de origen judío. Pero, no era otro recurso más del autor para indisponer religiones, a pesar de tener razón, por supuesto.
Es importante precisar que los judíos fueron expulsados de su tierra de manera definitiva en el año 135 de nuestra era o después de Cristo. Ahora Pedro Pablo lograba entender un poco la diferencia de la Biblia judía que terminaba justamente con la proclamación de Ciro, Rey de Persia, con la que termina justamente la Biblia judía, y que no es otra cosa que la invitación a regresar a los judíos; luego, también estaban en una “expulsión” o dispersión; es decir, en una “diáspora”. También era necesario ubicar que los judíos han sufrido ya varas “diásporas” según se comprueba en la misma Biblia. Así el primer exilio o diáspora judía ocurrió en el año 606 a. C., cuando el rey de los babilonios, Nabucodonosor II, conquistó el Reino de Judá, destruyendo el primer templo y trasladando a los líderes judíos a Babilonia. Setenta años más tarde, el rey persa Ciro II el Grande permitió a los judíos retornar a la Tierra de Israel tras haber conquistado a los babilonios. Algunos se quedaron creando después la comunidad judía de Bagdad, hasta la creación del Nuevo Estado de Israel. El segundo exilio se produjo en el año 70 d.C. cuando el general romano Tito, futuro emperador, derrotó una revuelta judía, y destruyó el Segundo templo, y que según Josefo, el historiador judío, denunció que más de 1.000.000 de judíos fueron asesinados después de la toma de la ciudad de Jerusalén. Un mayor número de judíos fue expulsado después de que fuera aplastada la rebelión de Bar Kojba en el año 135 d.C. Los judíos, entonces, se dispersan por el mundo, pero un pequeño grupo se queda en la región de Yemen. Más tarde, en 638 d.C., los ejércitos musulmanes conquistaron la tierra de Israel, que pertenecía al Imperio Bizantino, y en 687 construyeron la Cúpula de la Roca donde había estado el Templo judío. En 1882 los yemenitas judíos se establecieron y crearon un nuevo suburbio de Jerusalén llamado Yemenite Village en Ofel, situado al sudeste de las murallas de la Ciudad Vieja en las laderas del Monte de los Olivos. Es importante señalar que si se considera la destrucción del templo de Jerusalén como la medida de cada diáspora, ciertamente, es, entonces, desde el año 70 después de Cristo, el punto histórico de la expulsión de los judíos. Sin embargo, es en el año 135 cuando los judíos fueron realmente expulsados y ya el templo había sido destruido por Tito, en el año 70. Los judíos que se dispersan, ya desde del 135, y las generaciones posteriores, por supuesto, son los que más tarde intentan volver a rescatar y crear un Estado propio en Palestina, sobre todo en Sión, y son las famosas Aliyá, lo que precisamente permite reagrupar a judíos en Palestina, como instrumento clave del sionismo en el mundo. Se cuentan las siguientes Aliyá con sus respetivos años: Primera Aliyá (1881 - 1903), Segunda Aliyá (1904 - 1914), Tercera Aliyá (1919 - 1923), Cuarta Aliyá (1924 - 1929), Quinta Aliyá (1929 - 1939). La suma de las Aliyá se llama “aliyot”. Las varias diásporas de los judíos, en conjunto, se llaman "Tfutzot". La segunda Aliyá está considerada como la más importante de todas pues en esa iba, entre otros, el propio David Ben-Gurión, y desde esa segunda se crea el primer diccionario del hebreo moderno, obra ésta de un miembro de la primera Aliyá pero que se hace realidad desde la segunda. Entre las grandes figuras del sionismo se cuentan, entre otros, a: Abraham Isaac Kook, Mordechai Anielewicz, David Ben-Gurión, Eliezer Ben Yehuda, Dov Ber Borojov, Max Brod, Nahum Goldmann, Theodor Herzl, Moses Hess, Moritz von Hirsch auf Gereuth, Zeev Jabotinsky, David Raziel, Shlomo Ben-Yosef, Uzi Narkis, Isaac Shamir, Charles Netter, Mordecai M. Noah, Leo Pinsker, Lionel Walter Rothschild, Abraham Stern, Joseph Trumpeldor, Otto Warburg, Jaim Weizmann, Albert Einstein, Menájem Beguin, Icchak Cukierman, Moshé Dayán, Simon Dubnow, Emma Lazarus, Isaac Rabin.
En Venezuela, por ejemplo, la Unión Israelita de Caracas se había fundado en el año 1950, mientras en Israel se daban grandes pasos a nivel político, a apenas a dos años de la creación del Nuevo Estado de Israel en Tel-Aviv. Es importante señalar que se trataba de Tel-Aviv, como el Estado de Israel, y no Jerusalén que es políticamente Palestino, aunque haya judíos en Jerusalén (los que se habían quedado después del año 135 después de Cristo), porque tampoco se puede dejar pasar por alto que la meta y objetivo de Israel es llegar a la posesión de Jerusalén, sobre todo por lo del Templo y el muro de las lamentaciones y toda esa historia, y por la añoranza de la reconstrucción del templo. O sea que hacia allá van, tarde o temprano, porque esa es su meta completa; es decir, la reconstrucción, en este caso del tercer templo, pues ya van dos templos destruidos. Eso mismo lleva a ver los tipos de sionismos que existen aun dentro de los mismos judíos, como el Sionismo socialista, que tiene sus orígenes en la persecución de la Rusia zarista con los famosos “promos”, y rehusaron perpetuar la religión como una "mentalidad de la diáspora" entre el pueblo judío y establecieron las comunas rurales en Israel llamadas “kibutzim”, con características como una relación antagónica con el Judaísmo ortodoxo, de entre los que figuran Moisés Hess, Nahum Syrkin, Dov Ber Borojov y Aarón David Gordon, y figuras destacadas del movimiento incluyen a David Ben-Gurion y Berl Katznelson; El Sionismo revisionista, que cree en el asentamiento de la tierra y se opone al Sionismo socialista. Los revisionistas buscan mantener el tradicionalismo judío firme, como orgullo de la nación. Buscan volver al Estado judío de la antigüedad, como si el exilio no hubiera sucedido; Organización Sionista Mundial; Sionismo religioso, impulsado principalmente por el Rabino Kalisher, une los ideales de crear un Estado judío con la religión. Su ideología se resume en una frase: "El Pueblo de Israel, en la Tierra de Israel, según la Torah de Israel". Es decir regir un Estado con bases religiosas y asentarse en toda la Tierra de Israel, como lo marcaba el reinado de Salomón; y otros sionismos como el sionismo político, el sionismo religioso, el sionismo realizador, el sionismo sintético y el sionismo espiritual: propuesto por Ahad Haam, que proponía que se creara un centro espiritual en Palestina, era opuesto al de Herzl ya que separaba completamente la política de sus objetivos.
Sin embargo, para algunos autores como Shlomo Sand, en su libro ¿Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío?, sostiene que "el sionismo cambió la idea de Jerusalén, pues los lugares sagrados estaban considerados como lugares para añorar, de ninguna manera para vivir en ellos. Durante 2000 años, los judíos permanecieron lejos de Jerusalén no porque no pudiesen regresar, sino porque su religión les prohibía hacerlo hasta la llegada del mesías". Aun entre los mismos judíos hay división ya que el sionismo espiritual propone que todavía no es tiempo de regresar a la tierra prometida porque todavía no llega el Mesías esperado. Para esta llegada están preparando la famosa vaca roja (Pará Adumá) y con ello la reconstrucción del tercer templo, en la propia Jerusalén, inspirados en las Escrituras, sobre todo en Malaquías, Isaías ("Yo los traeré a mi monte sagrado y los haré felices en mi casa de oración. Yo aceptaré en mi altar sus holocaustos y sacrificios, porque mi casa será declarada casa de oración para todos los pueblos (Isaías 56:7)”). Lo de la vaca roja (Pará Adumá), o vaca bermeja, se basa en las mismas Escrituras, según Números 19:2-5, donde dice, que: "Esta es la ordenanza de la ley que Jehová ha prescrito, diciendo: Di a los hijos de Israel que te traigan una vaca bermeja (roja), perfecta, en la cual no haya falta, sobre la cual no se haya puesto yugo: Y la daréis á Eleazar el sacerdote, y él la sacará fuera del campo, y harála degollar en su presencia. Y tomará Eleazar el sacerdote de su sangre con su dedo, y rociará hacia la delantera del tabernáculo del testimonio con la sangre de ella siete veces; Y hará quemar la vaca ante sus ojos: su cuero y su carne y su sangre, con su estiércol, hará quemar."
La construcción del tercer templo de Jerusalén la promueven organizaciones como The Temple Mount, Eretz Yisrael Faithful Movement, y Revava (iniciales de “Reviviendo el orgullo nacional y los valores judíos”). Pero hay un problema, pues la cima del monte está ocupada por dos construcciones sagradas musulmanas que deberían ser derribadas o trasladadas, ya que se hace imposible que existan las dos construcciones en el mismo lugar. O templo o mezquita. Es este uno de los grandes y graves problemas, tal vez, el de fondo de la guerra árabe-israelí. Problema religioso, además del territorial y geográfico, que es el que por los momentos pareciera ser. Las cosas van más allá. No solamente es un anhelo, sino que se están preparando hasta en la confección de los ornamentos que usarán los “cohanim”, casta descendiente de Aarón, sumo sacerdote en la época de Moisés. Y según otras aspiraciones harán una réplica del arpa de David, como también ya tienen una réplica de la Menorá (el candelabro de siete brazos). Y otros, como el autor del libro "The Ark Code", Barry Roffman, quien sostiene que el momento culmen de la Edad Mesiánica consistirá en el hallazgo del Arca de la Alianza una vez reconstruido el templo tras la señal inicial de la vaca roja. Dios les indicará cuándo será el momento de la construcción del tercer templo, a pesar de que ya ha habido intentos como en el año 2007, en el que “nuevo consejo del Sanhedrin”, grupos ultraortodoxos judíos intentaron sin éxito revivir literalmente el sacrifico de la Pascua judía mediante el sacrificio de un cordero en el mismo monte del Templo de Jerusalén. Esos mismos grupos llevaron también en otra oportunidad dos ovejas para el sacrificio, pero fueron desautorizados por los jefes judíos. Sin embargo, se espera que el sacrificio perfecto sea con una ternera roja, que ya tienen ubicada en una granja de Estados Unidos, en Mississipi. La ternera ya tiene nombre. Se llama Dikie. Al respecto, ¿podría ser esa la explicación del afán de ciertos científicos en la creación de clones de animales? En el año 2002, Silvia Cabib, escribió e ilustró un libro titulado El Libro de la Vaca Roja, libro infantil programado para los niños judíos de Jerusalén. Para los judíos, aún cuando resulte incomprensible según la lógica humana, se trata de un precepto divino. Así que, renunciar al razonamiento de uno y aceptar la superior sabiduría de Dios es la ley de la Torah entera, y debe abrazar todo el judaísmo; esa es la enseñanza. La mitzvá de la vaca roja, la cual ejemplifica la entrega total de la razón de uno y del yo de uno a la voluntad Divina, es así, la antítesis de la idolatría, que es el mayor pecado en la religión judía. Es mandato divino y el judío se somete al designio de Dios.
Como los antiguos judíos en el Sinaí, el judío de la actualidad tiene que seguir esa misma línea y decir como ellos: “Naasé venishmá” (Nosotros haremos y entenderemos, Éxodo 24:7). Y según las mismas creencias judías, ha habido en toda la historia, solo nueve vacas rojas, desde que se dio el precepto por parte de Dios. La décima y última será preparada por el Rey Mashíaj, es decir, el Mesías que los judíos todavía están esperando. La novena vaca roja sacrificada fue en el segundo templo de Jerusalén, antes de su destrucción en el año 70 después de Cristo, y la primera vaca roja fue sacrificada por Moisés. La próxima será en el nuevo templo, el tercero, por el Mesías, y será lógicamente en Jerusalén. De allí el miedo de los palestinos ante toda tentativa de los judíos de quedarse con Jerusalén, sobre todo por el lugar donde se encuentra la mezquita de Al Aksa, el lugar donde según la tradición subió al cielo el profeta Mahoma. La mezquita está construida sobre las ruinas de los templos judíos que aparecen en la Biblia, como el de Salomón, ya que en el año 638 d.C., los ejércitos musulmanes conquistaron la tierra de Israel, que pertenecía al Imperio Bizantino, y en el año 687 construyeron la Cúpula de la Roca donde había estado el Templo judío. Los musulmanes ven en la Cúpula de la Roca el tercer lugar más sagrado para el Islam, ya que creen que desde la cima del Monte Moriah Mahoma ascendió al cielo. El edificio musulmán se construyó en tierra judía para demostrar que el Islam era la religión definitiva y para honrar la supuesta ascensión de Mahoma. Y esto crea un grave problema porque el mismo sitio y lugar es religioso para ambas etnias, pues los judíos ortodoxos, que están a favor de la construcción del Templo, no aceptarán la Cúpula de la Roca, por tanto, o bien el Islam derrota al judaísmo o bien Israel derrota al Islam. Y este es el problema del problema. Israel se basa en que es “el pueblo escogido”.
En este punto era donde Pedro Pablo se atragantaba y no lograba entender todo lo que estaba viendo y considerando, porque no le parecía para nada lógico, ni lo de la vaca roja, ni mucho menos lo de pueblo escogido por Dios, por encima de cualquier otra etnia. Justamente ahí estaba la caja de Pandora para Pedro Pablo. Los judíos, ciertamente, son una etnia muy especial, sobre todo por su desarrollo mental e intelectual, pero lo de pueblo escogido por Dios, no le cuadraba por mucho que le diera vueltas al tema. La humanidad le estará agradecida a las grandes mentes judías, pues de hecho, casi todos los adelantos en todos los campos del saber y de la experiencia, han estado pisados y trillados por mentalidad judía; pero, eso de ser pueblo escogido era otro cantar. Así lo pensaba Pedro Pablo. Y en esas andaba. Era, entonces, cuando recordaba las palabras de Simon Freud, cuando afirmaba cuestionándose que ¿por qué tenía que ser un judío ateo, o sea él mismo, el que tenía que ser el fundador del psicoanálisis? Precisamente, porque era el problema religioso, principalmente el de los judíos, lo que estaba llevando al mundo a lo que lo estaba llevando. Pedro Pablo andaba y estaba inquieto sobre estas y otras muchas cosas más. Le inquietaba saber y suponer toda la tragedia humana en caso de una guerra y un nuevo holocausto, aunque esa palabra quisieran que se usara solo para hablar de la tragedia judía en la segunda guerra mundial, como si fuese derecho exclusivo de los judíos. Las cosas estaban tan complicadas y a punto de complicarse más, dijese lo que se dijese. Holocausto era holocausto, no sólo judío. Como iban las cosas, también era propio hablar de holocausto árabe; El Líbano y Gaza eran su comprobación. Lo más triste era que los judíos fundamentaban sus aspiraciones en las Sagradas Escrituras y eso desconcertaba mucho más a Pedro Pablo. Las profecías del libro de Daniel, de Ezequiel, de Isaías y otros como Deuteronomio, eran el sustento y la base de los judíos para sostener y mantener vivas sus aspiraciones. ¿Eso será ser escogidos? Pedro Pablo no lo entendía. ¿En verdad, escogidos o auto-escogidos, o auto-considerados escogidos? ¿Por Dios? ¿Cuál Dios? Imposible de toda imposibilidad. A Pedro Pablo eso le dolía en el alma pero encontraba muchas citas en las que se basaban los judíos para sostener que es un pueblo escogido; citas como la de Isaías y otras muchas más por la misma línea de promesa-esperanza. Así se leía en Isaías: “Porque Jehová tendrá piedad de Jacob, de nuevo escogerá a Israel y lo hará reposar en su tierra. A ellos se unirán extranjeros, que se agregarán a la familia de Jacob. 2 Los pueblos los tomarán y los llevarán a su lugar, y la casa de Israel los poseerá como siervos y criadas en la tierra de Jehová. Cautivarán así a los que los cautivaron y señorearán sobre los que los oprimieron” (Isaías 14:1-2).
Pero las cosas se complicaban más de lo que ya pudiesen haber estado ya que según estudios científicos los judíos son "hermanos genéticos" de palestinos, sirios y libaneses. "Todos ellos comparten una línea genética común, que se extiende hacia atrás durante miles de años", afirman los investigadores en Proceedings, la revista de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos. "Judíos y árabes son realmente hijos de Abraham, y todos ellos han preservado sus raíces genéticas de Oriente Medio por más de 4.000 años", aseguraba Harry Ostrer, director del Programa de Genética Humana de la Universidad de Nueva York. Como para complicar más las cosas realmente. Aunque viéndolo bien todos los hombres son hermanos ya que si son hijos y criaturas del mismo Dios, no hay diferencias sino creadas lamentablemente por la propia religión y otras tipificaciones históricas.
Sin embargo, hay que diferencia el “sionismo” del “judaísmo” ya que son dos cosas distintas. El sionismo es el movimiento político de crear el Estado de Israel en la famosa tierra prometida; mientras que judaísmo es la vivencia religiosa con toda la herencia y creencia judía. El judaísmo se refiere a la religión o creencias, la tradición y la cultura del pueblo judío. su práctica se basa en las enseñanzas contenidas en la Torá, también llamado Pentateuco, compuesto, como su nombre lo indica por cinco libros. la fe judía es la creencia en un Dios omnisciente, omnipotente y providente, que habría creado el universo y elegido al pueblo judío para revelarle la ley contenida en los Diez Mandamientos y las prescripciones rituales de los libros tercero y cuarto de la Torá. La Torá es la fuente primera de los siete preceptos morales básicos que obligan a todo ser humano como tal («Los siete preceptos de los hijos de Noé»; Génesis 9:1-7), y de los 613 preceptos religiosos que obligan a los judíos (613 mitzvot): 365 que imponen abstenerse de acción —uno por cada día del año— y 248 preceptos que obligan positivamente a hacer —uno por cada órgano del cuerpo—. Los preceptos bíblicos son comentados, explicados, ampliados e implementados por las diferentes exégesis que plasmaron por escrito las tradiciones orales: la Mishná y el conjunto en el que ésta está incluida: el Talmud.
Comentarios
Publicar un comentario